El 19 de noviembre es el Día Mundial del Retrete, dedicado por la Asamblea General de la ONU a concienciar sobre el uso sostenible de agua potable y el acceso a servicios de saneamiento. En otras palabras, a recordar que unos 4.500 millones de personas carecen de un aseo seguro en su hogar conectado al alcantarillado, y casi 900 millones defecan al aire libre: en ríos, campos o calles. Unas cifras difíciles de asumir, que vertebran el trabajo del primer laboratorio europeo dedicado a la investigación de lodos fecales, abierto en el Instituto Internacional del Agua IHE Delft, en la ciudad holandesa.
Se dedicará a analizar su composición y posibilidades para generar biogás, combustible y material de construcción una vez tratados, así como la forma de luchar contra las enfermedades generadas por su contacto.
Las dificultades y peligros de vivir sin un inodoro son presentados con crudeza en una escena de la película Slumdog Millionaire (2008) del director inglés Danny Boyle: el momento en que Jamal, el protagonista, se tira de niño al montón excrementos de una precaria letrina al aire libre para recoger una foto. Solo en India, un 60% de la población se ve obligada a defecar así, y en las heces humanas hay virus, bacterias y parásitos. Una vez ingeridos por culpa de las aguas sucias, pueden originar desde el cólera a la polio, además de infestaciones de lombrices, que retrasan el crecimiento y alteran las funciones cognitivas, según datos de Naciones Unidas.
“Este laboratorio es único porque se centra en los lodos fecales, y no tanto en las aguas residuales, que suelen acaparar los estudios dedicados al saneamiento. Sin embargo, no hace falta pensar solo en países en desarrollo. Hay partes de Estados Unidos y del Reino Unido sin alcantarillado.
Tienen fosas sépticas que es preciso limpiar, de modo que nuestro trabajo aquí consistirá en comprobar la composición de estos lodos para que se puedan recoger, tratar y aprovechar de la mejor manera. Al estar en Holanda, las muestras llegarán de los váteres provisionales instalados en festivales de música o bien en trabajos de construcción. Hacemos microbiología, no medicina, pero todo lo relativo a la falta de higiene en el manejo de las heces y la orina está ligado a la salud”, dice Claire Furlong, profesora de Ingeniería del Saneamiento, mientras enseña unas instalaciones impecables llenas de “ventiladores especiales para operar sin problemas”.
El laboratorio dispone de salas para homogeneizar y preparar los lodos fecales, “y para determinar diferentes propiedades, o llevar a cabo diferentes tipos de pruebas”. Por ejemplo, “con ayuda de un biorreactor, para entender que tan rápido se degradan esos elementos”. “También podemos determinar la presencia de agentes patógenos y sus tipos, y en base a ellos desarrollar prácticas para inactivarlos o sanitizar inclusive estos lodos”, añade Carlos López Vázquez, profesor asociado de ingeniería sanitaria en el instituto.
Según Claire Furlong, este es un centro de desarrollo y entrenamiento, que tiene en sus estudiantes de Máster en Saneamiento uno de sus mayores activos. “Estamos en el primer año y son 15, en su mayoría de países en desarrollo, que regresarán luego con la formación necesaria para contribuir al tratamiento seguro de lodos fecales”. En este punto, interviene Damir Brdjanovic, catedrático de Ingeniería del Saneamiento, para recordar que “nada de todo esto habría sido posible sin la ayuda de la Fundación de Bill y Melinda Gates, que con su enorme poder de atracción y recursos, se han interesado por este campo”.
En el jardín interior del instituto hay expuesto un aseo portátil pensado para situaciones de emergencia. Fue probado durante el pasado huracán de Filipinas y cuenta con un reservorio en el tejado para el agua y tres contenedores: para heces, orina y el agua usada. “Tiene un programa de software y sensores en cada uno de ellos para saber cuándo están llenos, y el operador que los controla pueda ir a recogerlos. Los lodos fecales son un problema sanitario, pero también una oportunidad comercial. De un kilo de heces secas se puede extraer la misma energía que de uno de carbón, así que la materia orgánica es un recurso.
Este modelo de aseo se puede adaptar a distintas culturas y climas y se cierra cuando cubre su capacidad. En África están acostumbrados a usar poca agua para su aseo personal, y hacen sus necesidades en cuclillas.
En Asia utilizan más agua y se sientan. En Filipinas fue un éxito y la gente se reunía a su alrededor porque les parecía un lugar seguro. Dentro de poco se instalará otro en Nairobi (Kenia), y puede ser de gran ayuda en un campo de refugiados, donde hay supervisión.
Para el año 2030, unos 5.000 millones de personas usarán letrinas de pozo y fosas sépticas, según datos del Instituto Internacional del Agua IHE Delft. Dicha materia orgánica puede ser excesiva en zonas con gran densidad de población, además de contaminar el agua potable o desbordarse en caso de inundaciones. Con la colaboración de la firma eslovena Tehnobiro d.o.o., el centro ha desarrollado un sistema para esterilizar y deshidratar heces y orina.
Se llama The Shit Killer (más o menos ´el mata mierda´) que utiliza generadores de microondas en un aparato diseñado para transformar ambos desechos en agua limpia y fertilizante seco. Probado en Holanda y Kenia, se instalará en breve en Jordania.
Alfonso Hernangil