Hacia el año 1800 el científico alemán Alexander von Humboldt viajó a América Latina para cartografiar la distribución de plantas e investigar qué determina los límites de crecimiento de las distintas especies. Sus descripciones y varias de sus obras –entre las que destaca el Tableau Physique que ilustra las plantas del volcán Chimborazo en Ecuador– representan los datos más antiguos que se conocen sobre la distribución altitudinal de estas especies.
“A 5.185 metros encontramos los últimos vestigios de vegetación: una pequeña planta de la misma familia que el girasol, medio cubierta de nieve, en plena floración a pesar del frío, la baja presión atmosférica y el fuerte viento”, cuenta Naia Morueta-Holme, autora principal del estudio publicado en PNAS y científica en el Instituto de Biociencia de la universidad danesa.
Existen especies comunes que tienen buena capacidad de dispersión y que pueden sostener condiciones muy variables. “Estas se han desplazado todavía más”, señala la experta, especialmente preocupada por el destino de las especies raras y especializadas que son incapaces de seguir el ritmo de los cambios ambientales. En este contexto, “son especialmente relevantes las zonas tropicales, donde viven la mayoría de estas especies”, añade la científica.
MIKEL DELGADO